Historias personales sobre la tuberculosis
La historia de Mildred
Como muchas personas, Mildred creía que la tuberculosis solo podía afectar los pulmones. Se sorprendió cuando le diagnosticaron tuberculosis en la epiglotis. Con el apoyo de su familia y el personal de enfermería del departamento de salud, completó el tratamiento.
Comenzó con una tos y dolor de garganta. Cada vez que Mildred comía, la tos volvía y sentía como si tuviera algo atorado en la garganta. “Miraba la comida y empezaba a toser. Entonces, por supuesto que afectaba mi apetito porque me sentía avergonzada de comer delante de otras personas”, dice Mildred.
El primer diagnóstico fue infección de garganta por estreptococos y le dieron antibióticos. Pero la tos continuaba. También empezó a tener sudoración y fiebre por la noche. Después de meses de afecciones que empeoraban fue hospitalizada y se le diagnosticó neumonía, epiglotitis y reflujo gastroesofágico. Le dieron corticoesteroides y la mandaron para la casa. Los corticoesteroides la hicieron sentir mejor durante un par de semanas.
Pero pronto volvió la tos. Y volvió peor. Un par de semanas más tarde, estuvo despierta toda una noche tosiendo y sin poder retener ningún alimento. Sabía que algo estaba muy mal y fue al hospital. Después de seis meses de incertidumbre, finalmente le diagnosticaron tuberculosis.
“Una de las principales preocupaciones que tuve cuando me diagnosticaron tuberculosis fue acerca de los demás. En cuanto uno se entera de que es contagioso, que en los 6 o 7 meses anteriores ha estado exponiendo a todo el mundo, empieza a pensar en el metro. Empieza a pensar en el trabajo, en la familia”, recuerda Mildred.
Después del diagnóstico, comenzó a recibir tratamiento en el hospital. Cuando ya no era contagiosa, la dieron de alta del hospital y comenzó a coordinar con su departamento de salud local para completar el tratamiento. Le llevó un tiempo a Mildred adaptarse a los medicamentos contra la tuberculosis y sus efectos secundarios, pero con la ayuda de su familia, especialmente la comida casera de su mamá y la del departamento de salud, pudo completar el tratamiento.
El personal del departamento de salud que la ayudó durante esos momentos difíciles quedó grabado en su memoria. Antes de vivir esto, nunca le había llamado la atención el edificio del departamento de salud por el que pasaba a menudo en su ciudad. “Nunca me había dado cuenta de lo que ocurre verdaderamente detrás de esas paredes hasta que tuve que relacionarme con ellos. Son como ángeles. No lo podía creer. Me preguntaba: ‘¿Quiénes son estas personas?’. Tuvieron un efecto en mi familia, mis padres, todos, y yo ni siquiera sabía que ustedes hacían esto. No sentí que tenía apoyo médico hasta que ellos se involucraron”, agrega Mildred.
Ahora que está totalmente recuperada, Mildred puede reflexionar sobre sus vivencias. El consejo de Mildred para alguien a quien le han diagnosticado tuberculosis recientemente es “que se mantenga fuerte y use todos sus recursos, no deje de informarse, hable con los médicos y exija el cuidado que sabe que se merece para curarse”.