Consumo de cigarrillos entre adultos jóvenes socioeconómicamente desfavorecidos en relación con la inseguridad alimentaria y otros factores
INVESTIGACIÓN ORIGINAL — Volume 13 — January 14, 2016
PEER REVIEWED
Jin E. Kim, PhD; Janice Y. Tsoh, PhD
Citación sugerida para este artículo: Kim JE, Tsoh JY. Cigarette Smoking Among Socioeconomically Disadvantaged Young Adults in Association With Food Insecurity and Other Factors. Prev Chronic Dis 2016;13:150458. DOI: http://dx.doi.org/10.5888/pcd12.150458external icon.
Resumen
Introducción
Se asoció el nivel socioeconómico bajo a tasas elevadas de consumo de cigarrillos, y las diferencias socioeconómicas en el consumo de cigarrillos tienden a surgir en la adultez temprana. Con el fin de comprender más las diferencias socioeconómicas en el consumo de cigarrillos entre los adultos jóvenes, examinamos las correlaciones del consumo, con atención en varios indicadores socioeconómicos que no se habían examinado antes en esta población.
Métodos
Analizamos los datos de la Encuesta de California de Entrevistas de Salud 2011–2012. La muestra analítica consistió en adultos jóvenes de 18 a 30 años de edad a quienes se consideró socioeconómicamente desfavorecidos según medidas basadas en los niveles de estudio y pobreza. Se realizaron análisis de regresión logística para examinar los factores asociados a estatus de fumador en este grupo, y se realizaron análisis de regresión logística multinomiales para examinar las correlaciones de la frecuencia del consumo de cigarrillos.
Resultados
En esta muestra, 39.7 % notificó haber tenido inseguridad alimentaria en el año anterior (N = 1511; 48 % sexo femenino, 66 % hispanos o latinos, 18 % blancos no hispanos). La prevalencia de consumo de cigarrillos fue significativamente más elevada en los adultos jóvenes que notificaron haber tenido inseguridad alimentaria (26.9 %) que entre quienes notificaron tener seguridad alimentaria (16.4 %). La inseguridad alimentaria en el año anterior estuvo significativamente asociada al consumo actual de cigarrillos, independientemente de las características sociodemográficas y del consumo de alcohol. Específicamente, la inseguridad alimentaria estuvo significativamente asociada al consumo de cigarrillos diario pero no al consumo no diario.
Conclusión
Los adultos jóvenes socioeconómicamente desfavorecidos con inseguridad alimentaria se podrían considerar un grupo de alto riesgo con respecto al consumo de cigarrillos. Los esfuerzos para reducir las desigualdades de salud relacionadas con el tabaco deberían abordar las fuentes diversas de influencias socioeconómicas, incluidas las experiencias de inseguridad alimentaria.
Introducción
El nivel socioeconómico bajo (SES, por sus siglas en inglés) está asociado a tasas elevadas de consumo de cigarrillo (1). Estas diferencias socioeconómicas tienden a surgir durante los primeros años de la vida adulta (2); la tasa de consumo de cigarrillos de los adultos jóvenes sin estudios universitarios o que no están inscritos en la universidad es el doble (30 %) que la de sus pares con estudios universitarios (14 %) (3). Más aún, dejar de fumar constituye un desafío, debido a que los adultos jóvenes no usan los tratamientos de cesación de tabaquismo basados en la evidencia lo suficiente (4), y con frecuencia fuman en situaciones sociales o en forma no diaria (5). El consumo de cigarrillos contribuye a desigualdades socioeconómicas en cuanto a enfermedades y mortalidad (6), y el contexto socioeconómico del consumo de cigarrillos en los adultos jóvenes no se ha estudiado lo suficiente.
Una variable de importancia potencial es la inseguridad alimentaria, o la carencia de acceso físico y económico a los alimentos adecuados y apropiados necesarios para vivir una vida activa y saludable (7). En el 2014, la inseguridad alimentaria afectó al 40 % de los hogares estadounidenses que vivían en condiciones de pobreza y al 14 % de los hogares en general (7). La inseguridad alimentaria está asociada a muchas consecuencias negativas para la salud y a un peor estado de salud general (8). La asociación entre la inseguridad alimentaria y el consumo de cigarrillos ha sido documentada anteriormente, con resultados que muestran una prevalencia más elevada de consumo de cigarrillos entre los miembros de familias de bajos ingresos con inseguridad alimentaria en el año anterior (44 %), que sus pares que no sufrieron inseguridad alimentaria (32 %) (9). En otro estudio se informó que la inseguridad alimentaria en los hogares con al menos un adulto fumador (23 %) fue más alta que en los hogares sin ningún adulto fumador (12 %) (10).
Este estudio analizó la asociación entre la inseguridad alimentaria y el consumo de cigarrillos y sus patrones (fumar en forma diaria y no diaria) entre adultos jóvenes socioeconómicamente desfavorecidos. Ajustamos por factores sociodemográficos y de salud comportamental, síntomas psicológicos y consumo de alcohol, los cuales se asocian frecuentemente con tasas más altas de consumo de cigarrillos entre los adultos jóvenes (11, 12). Utilizamos los datos recogidos de una muestra representativa y diversa de adultos jóvenes de 18 a 30 años de edad residentes de California, y analizamos a quienes se consideraron en riesgo de salud alimentaria basándonos en indicadores de SES, tales como nivel de estudios y pobreza.
Métodos
Serie de datos y muestreo
Utilizamos datos públicamente disponibles de la Encuesta de California de Entrevistas de Salud 2011–2012 (CHIS, por sus siglas en inglés) (13). La CHIS es la encuesta estatal de salud, basada en la población, más grande de los Estados Unidos en la que se evalúa información demográfica y de salud de residentes de California no institucionalizados. Utiliza un diseño de muestreo de varias etapas y marcado aleatorio de números telefónicos (líneas telefónicas fijas y celulares). La CHIS se ha realizado cada dos años desde el 2001. La CHI 2011–2012 de adultos incluyó a 42 935 participantes y aproximadamente el 14 % de las entrevistas fueron completadas en un idioma que no fue el inglés. Hay información disponible más detallada de la encuesta (13). La muestra de nuestro estudio estaba formada por 1 511 adultos jóvenes de 18 a 30 años de edad, socioeconómicamente desfavorecidos según las medidas de nivel de estudios (es decir nivel de estudios más alto de grado 12 o menos) y pobreza (es decir, ingreso anual por debajo del 200 % de las pautas federales de nivel de pobreza [FPL, por sus siglas en inglés]). El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU. fija anualmente las FPL, y se usan para evaluar la elegibilidad de las personas en los programas federales de asistencia, tales como Medicaid y el Programa de Asistencia Nutricional Complementaria. La CHIS 2011–2012 usó las pautas de nivel de pobreza del 2007, que incluían ingresos de $10 210 para un hogar de 1 persona y de $20 650 para un hogar de 4 personas en los estados continentales de los Estados Unidos (14). Debido a que se eliminó de los datos del estudio la información que pudiera identificar a los participantes y estos se pusieron a disposición del público, la junta de revisión institucional de la Universidad de California en San Francisco no requirió la aprobación formal del estudio, sino más bien que se documentara una autocertificación.
Mediciones
El estatus de fumador actual y la frecuencia del consumo se evaluó mediante dos preguntas: “¿En total en su vida entera, ha fumado al menos 100 cigarrillos o más?” y “¿Fuma ahora cigarrillos todos los días, algunos días o no fuma nunca?”. Se consideraron fumadores actuales quienes habían fumado 100 cigarrillos o más en su vida entera y también fumaban actualmente todos los días (fumadores diarios) o algunos días (fumadores no diarios). Se consideraron no fumadores a los exfumadores (personas que habían fumado =100 cigarrillos en su vida entera pero que no fumaban en la actualidad) y las personas que nunca fumaron con regularidad (no fumaron =100 cigarrillos en su vida entera y tampoco fumaban actualmente).
La inseguridad alimentaria en el año anterior se evaluó por medio del formulario corto de 6 ítems de la Encuesta de Hogares sobre Seguridad Alimentaria de los EE. UU. (15). En la CHIS, se administró el módulo de inseguridad alimentaria a todos los individuos cuyos ingresos estaban por debajo del 200 % de las FPL (criterio de inclusión del estudio). El formulario corto es un subgrupo validado de 6 ítems provenientes de los 18 ítems de la Encuesta de Seguridad Alimentaria creada por el Departamento de Agricultura de los EE. UU. e incluidos en la Encuesta de Población Actual (7, 15). La inseguridad alimentaria se determinó mediante la presencia de al menos 2 respuestas afirmativas en los 6 ítems (por ejemplo, “En los últimos 12 meses, ¿alguna vez comió menos de lo que cree que debería haber comido porque no tenía suficiente dinero para comprar alimentos?”). (16).
El sufrimiento psicológico en el año anterior se evaluó mediante la escala de sufrimiento psicológico de Kessler de 6 ítems (K6) (17). La escala K6 midió síntomas no específicos de depresión y ansiedad, como sentimientos de desesperanza y de no importar, experimentados en un período de 30 días, en una escala de 0 (en ningún momento) a 4 (todo el tiempo). Los 6 ítems se suman para calcular el puntaje de sufrimiento de la persona, el cual puede variar entre 0 y 24; un puntaje de 13 o más indica sufrimiento psicológico grave. Con base en el puntaje de la escala K6 del peor mes del año anterior, el sufrimiento psicológico en el año anterior se clasificó en 3 niveles: ninguno/leve (puntajes 0-4), moderado (puntajes 5-12) y sufrimiento grave (puntajes 13-24) mediante el uso de los valores de corte publicados que provenían de los datos de la encuesta CHIS 2007 (18).
Con dos preguntas se evaluó el consumo de alcohol en el año anterior (sí o no) y el consumo de alcohol en atracón en el año anterior (=5 bebidas alcohólicas en un solo día para los hombres y =4 bebidas alcohólicas en un solo día para las mujeres). Con base en estas 2 preguntas, formamos 3 categorías de consumo de alcohol en referencia al año anterior: ningún consumo de alcohol, consumo de alcohol sin consumir en atracón y consumo de alcohol con consumo en atracón.
Las características sociodemográficas fueron: edad (clasificada en 18-25 a y 26-30 a basándose en publicaciones científicas previas sobre adultos jóvenes) (19), sexo, raza/grupo étnico (afroamericano, asiático americano, hispano/latino, blanco no hispano y otro), lugar de nacimiento y competencia en el idioma inglés (clasificados en nacido en los EE. UU., nacido en el extranjero pero competente en el idioma inglés y nacido en el extranjero con competencia limitada en el idioma inglés), nivel más alto de estudios (clasificado en grado =8, grado 9–11 y grado 12 o equivalente), nivel de pobreza (clasificado en 0-99 % o 100-199 % de las FPL) y tener una fuente habitual de atención médica (clasificado en sí o no).
Análisis estadísticos
Realizamos análisis descriptivos ponderados a fin de derivar las frecuencias a nivel de población en las variables de interés de todos los estatus de fumador. Realizamos un análisis de regresión logística múltiple para examinar los factores asociados al estatus de fumador actual y un análisis de regresión logística multinomial para examinar los factores asociados a la frecuencia en el consumo de cigarrillos (consumo diario o no diario) mediante el uso del estatus de no fumador como grupo de referencia en ambos casos. Clasificamos las razas/grupos étnicos en blancos no hispanos, hispanos/latinos y otros debido a los tamaños pequeños de las muestras de fumadores en ciertos grupos raciales/étnicos. Todos los análisis fueron realizados en SAS versión 9.4 (SAS Institute, Inc) utilizando las ponderaciones de muestreo finales de la encuesta CHIS con el fin de estimar los parámetros, y usamos ponderación replicada y el método de replicación jackknife para estimar los errores estándar (20).
Resultados
La muestra analítica incluyó 1 511 adultos jóvenes considerados socioeconómicamente desfavorecidos (<200 % FPL y =12 años de estudios) ( Tabla 1). En lo que se refiere al estatus de fumador, el 20.5 % fueron fumadores actuales, y el 79.5 % fueron no fumadores (9.5 % fueron exfumadores y 70.0 % nunca fumaron con regularidad). Aproximadamente el 40 % informó haber tenido inseguridad alimentaria en el año anterior; las tasas de inseguridad alimentaria fueron más altas entre los fumadores actuales que en los no fumadores. La prevalencia del consumo de cigarrillos fue significativamente más elevada en los adultos jóvenes que notificaron haber tenido inseguridad alimentaria (26.9 %) que entre quienes notificaron tener seguridad alimentaria (16.4 %).
La inseguridad alimentaria tuvo una asociación bivariada significativa con el consumo de cigarrillos actual (oportunidad relativa [OR], 1.87; 95 % intervalo de confianza [IC], 1.25–2.28). En el modelo ajustado, los encuestados que presentaron cualquier tipo de inseguridad alimentaria en el año anterior tuvieron un aumento del 54 % en las probabilidades de ser fumadores actuales, en comparación con los encuestados que no sufrieron inseguridad alimentaria en el año anterior ( Tabla 2). Las características sociodemográficas significativas en el modelo de múltiples variables fueron edad, sexo y raza/grupo étnico. Los adultos jóvenes de 26 a 30 años de edad presentaron probabilidades más altas de ser fumadores actuales que aquellos de 18 a 25 años de edad. Las mujeres presentaron la mitad de las probabilidades de ser fumadoras actuales que los hombres. Los hispanos/latinos y aquellos en la categoría de “otra” raza/grupo étnico tuvieron menos probabilidades de ser fumadores actuales que los blancos no hispanos. Cualquier tipo de consumo de alcohol en el año anterior, comparado con ningún consumo de alcohol, aumentó las probabilidades de ser fumador actual. Aún más, los fumadores que tomaron alcohol en atracón presentaron un aumento casi tres veces mayor en las probabilidades de ser fumadores actuales en relación con los no bebedores. El sufrimiento psicológico grave estuvo significativamente asociado al consumo de cigarrillos actual en los análisis no ajustados (OR, 2.66; IC 95 %, 1.35–5.22), pero el efecto dejó de ser significativo en el modelo ajustado.
Entre los fumadores actuales, el 63.3 % (IC del 95 %, 55.0–71.7) eran fumadores diarios y el 36.7 % (IC del 95 %, 28.3–45.1) eran fumadores no diarios. Los encuestados con cualquier tipo de inseguridad alimentaria en el año anterior tuvieron un aumento del 91% en las probabilidades de consumo de cigarrillos diario, en comparación con los encuestados que no sufrieron inseguridad alimentaria en el año anterior (Tabla 2). La inseguridad alimentaria no estuvo asociada al consumo de cigarrillos no diario. Aún más, en comparación con los no fumadores, las probabilidades de ser fumador diario fueron mayores entre los adultos jóvenes de 26 a 30 años de edad, entre aquellos con 9 a 11 años de estudios, aquellos que informaron consumo de alcohol durante el año anterior con y sin consumo en atracón, y aquellos que sufrieron inseguridad alimentaria en el año anterior. En referencia a los no fumadores (Tabla 2), las probabilidades de ser fumador diario fueron menores en mujeres, hispanos/latinos y personas nacidas en el extranjero con competencia limitada en el idioma inglés. Las probabilidades de ser fumador no diario fueron mayores en los adultos jóvenes que informaron consumo de alcohol en el año anterior con y sin consumo en atracón y en aquellos que informaron sufrimiento psicológico grave en el año anterior, en comparación con los no fumadores.
Discusión
En esta muestra representativa de adultos jóvenes socioeconómicamente desfavorecidos de 18 a 30 años de edad con residencia en California, aproximadamente el 40 % de la muestra informó haber sufrido inseguridad alimentaria en el hogar en el año anterior. Hallamos que la prevalencia del consumo de cigarrillos fue significativamente más alta entre quienes informaron haber tenido inseguridad alimentaria que entre quienes no informaron haber tenido inseguridad alimentaria. La inseguridad alimentaria aumentó las probabilidades de consumo de cigarrillos actual, incluso cuando se controló por consumo de alcohol y por las correlaciones demográficas de edad, sexo y raza/grupo étnico. Nuestros hallazgos arrojan mayor comprensión sobre aspectos de la deprivación socioeconómica que podrían estar relacionados con una mayor prevalencia de consumo de cigarrillos en las poblaciones desfavorecidas. En particular, la experiencia de inseguridad alimentaria estuvo asociada tanto con el estatus de fumador como con la frecuencia del consumo entre los adultos jóvenes de SES bajo.
La alta prevalencia de inseguridad alimentaria en la muestra del estudio es congruente con las tasas que se informaron anteriormente entre los hogares generales que viven en la pobreza (7). La alta prevalencia de consumo de cigarrillos entre los adultos que presentan inseguridad alimentaria también es coherente con investigaciones anteriores sobre tasas de consumo de cigarrillos entre los miembros de familias de bajos ingresos con inseguridad alimentaria (9). Nuestro hallazgo de que la seguridad alimentaria aumentó en forma significativa las probabilidades de consumo de cigarrillos actual agrega nuevos conocimientos a la conexión potencial entre la inseguridad alimentaria y el consumo de cigarrillos en esta población, dado que hicimos ajustes por una de las correlaciones de salud mental que tienen en común el consumo de cigarrillos y la inseguridad alimentaria (21), es decir, el sufrimiento psicológico.
Muchos fumadores informan que consumen cigarrillos con el fin de aliviar el estrés, independientemente de que les resulte o no eficaz. Al igual que con estudios previos que usaron datos similares (22), nuestros resultados indicaron una asociación bivariada significativa entre el sufrimiento psicológico grave (una forma específica de estrés) y el consumo de cigarrillos. Sin embargo, el efecto del sufrimiento psicológico grave en las probabilidades de consumo de cigarrillos actual dejó de ser significativa en el modelo ajustado que incluyó la inseguridad alimentaria. El estrés también constituye una de las razones de la asociación positiva entre la pobreza y el consumo de cigarrillos, porque la pobreza causa situaciones de vida estresantes debido a una variedad de factores que a menudo incluyen necesidades de subsistencia no satisfechas, como alimentación insuficiente. Podríamos especular que el sufrimiento psicológico se exacerba debido a la inseguridad alimentaria (23), y el sufrimiento de tener inseguridad alimentaria promueve el consumo de cigarrillos para aliviar el estrés. Esta posibilidad es congruente con la evidencia transversal existente que indica que, por un lado, las personas fuman para aliviar el estrés asociado a las presiones económicas y, por otro lado, estos gastos relacionados con el consumo de cigarrillos contribuyen al estrés económico, en particular entre los pobres (24). Estos resultados nos llevan a formular la hipótesis de un efecto similar recíproco que debería ser examinado en trabajos futuros, como que la inseguridad alimentaria aumenta las probabilidades de consumo de cigarrillos, pero a su vez que el consumo de cigarrillos empeora la inseguridad alimentaria entre quienes viven debajo o cerca de la línea de pobreza.
En términos de patrones de consumo de cigarrillos, la inseguridad alimentaria estuvo asociada al consumo de cigarrillos diario pero no estuvo asociada al consumo no diario. Estos hallazgos quizás señalen la función del hambre en la asociación entre la inseguridad alimentaria y la dependencia a la nicotina, porque los patrones de consumo de cigarrillos diarios y no diarios a menudo indican diferentes niveles de dependencia a la nicotina. La nicotina, que es la sustancia psicoactiva adictiva en el tabaco, es un inhibidor del apetito que se asocia a una disminución en el consumo de alimentos (25). Un estudio de laboratorio indicó que las fumadoras adultas jóvenes que limitan su alimentación debido a que les preocupa aumentar de peso, usan los cigarrillos como manera de prevenir el consumo de alimentos cuando se les presenta un alimento preparatorio previo a una alimentación ad libitum (26). Es posible que los fumadores que sufren inseguridad alimentaria quizás usen los cigarrillos como una manera de control rutinario (por ejemplo diario), de sus niveles de hambre. Otra posibilidad es que la inseguridad alimentaria podría predisponer a los fumadores no diarios a que en algún momento se conviertan en fumadores diarios, debido a que los fumadores no diarios reciben el reforzamiento a través del tiempo de los efectos de la nicotina sobre el hambre. Es necesario realizar estudios futuros con diseños prospectivos para estudiar estas posibilidades. Aún más, los fumadores desfavorecidos tienden a tener una mayor dependencia a la nicotina en comparación con los fumadores no desfavorecidos por numerosas razones, incluida la exposición diferencial al estrés (27). Si bien nuestros datos no son suficientes para evaluar la dependencia a la nicotina, los hallazgos actuales abren interrogantes para futuras investigaciones acerca de la función de la inseguridad alimentaria y sus correlaciones, tales como el estrés y el hambre, en cuanto a su posible contribución a la progresión en los patrones del consumo de cigarrillos.
Nuestros hallazgos también indican variaciones relacionadas con la edad en los patrones del consumo de cigarrillos diario y no diario entre los adultos jóvenes en el presente estudio. Era mayor la posibilidad de que los fumadores diarios, en comparación con los no fumadores y los fumadores no diarios, tuvieran 26 a 30 años de edad, mientras que la edad no estuvo significativamente asociada al consumo de cigarrillos no diario. Si bien la mayoría de las personas prueba su primer cigarrillo durante la juventud, es frecuente que la mayoría tienda a abandonar el hábito o convertirse en fumador regular durante la etapa de adulto joven (28). Nuestros hallazgos podrían interpretarse como una indicación de que la progresión hacia el consumo de cigarrillos diario ocurre más adelante en la edad adulta, y el alcance en que la inseguridad alimentaria está asociada a esta progresión aún está por estudiarse. Los factores sociodemográficos que estuvieron asociados significativamente al consumo de cigarrillos en este estudio, tales como el sexo y la raza/grupo étnico, no son necesariamente resultados nuevos sino que más bien son paralelos a muchas de las publicaciones científicas sobre el consumo de tabaco. Dada esta congruencia, está justificada la evaluación de la medida en que la inseguridad alimentaria influye en el consumo de cigarrillos en otros grupos que consumen tabaco en forma desproporcionada.
El consumo de alcohol estuvo significativamente asociado al estatus de fumador y a la frecuencia de consumo. La mayoría de los adultos jóvenes en nuestro estudio informaron que habían tomado alcohol en el año anterior, con una mayor prevalencia de consumo de cigarrillos entre los bebedores que en los no bebedores. El consumo de cigarrillos en situaciones sociales, que es un patrón común de consumo entre los adultos jóvenes (5), ha sido asociado previamente al aumento en el consumo concomitante de alcohol (29). Si bien nuestros datos no explican el consumo concomitante de alcohol y cigarrillos en sí mismo, nuestros resultados indican que se justificaría tratar de entender el comportamiento de consumo de cigarrillos en el contexto del consumo de alcohol en esta población, y además indican la dirección que deberían tomar las investigaciones futuras.
Reconocemos las limitaciones de nuestro estudio. Medir el nivel socioeconómico de los adultos jóvenes puede ser una tarea problemática, y observamos que los niveles de estudios y de pobreza son medidas representativas y no necesariamente toman en cuenta otros indicadores potencialmente informativos, tales como la posición social subjetiva y la movilidad social, entre otros. La naturaleza transversal de estos datos no nos permite inferir causalidad, sino más bien que hemos demostrado una asociación independiente entre la inseguridad alimentaria y el consumo de cigarrillos en esta población en particular. Aún quedan por examinar los mecanismos que vinculan la inseguridad alimentaria y el consumo de cigarrillos en futuras investigaciones. Para la evaluación, en nuestro estudio se usó cualquier tipo de inseguridad alimentaria en el hogar en referencia al año anterior, lo cual no informa sobre la gravedad de la inseguridad alimentaria, ni tampoco si es crónica. Además del consumo de cigarrillos, los estudios futuros deberían investigar otros tipos de productos para el consumo de tabaco y nicotina que están cobrando popularidad entre los adultos jóvenes. Evaluamos la frecuencia del consumo de cigarrillos como diaria y no diaria, porque la evaluación de otros patrones de consumo de cigarrillos, como el consumo social, estaba fuera del alcance del estudio debido a la disponibilidad de los datos.
Hasta donde sepamos, nuestra investigación es la primera en determinar que la inseguridad alimentaria es un factor asociado al estatus de fumador actual y a la frecuencia del consumo en una muestra diversa y representativa de adultos jóvenes socioeconómicamente desfavorecidos de California. Incluso después de ajustar las características sociodemográficas y las correlaciones del consumo de cigarrillos en la salud del comportamiento, la inseguridad alimentaria siguió teniendo un efecto independiente significativo sobre el estatus de fumador y la frecuencia del consumo. Esta evidencia inicial repercute en las investigaciones que tengan el objetivo entender mejor los factores de riesgo socioeconómicos en la iniciación del consumo de cigarrillos, así como también los que quizá impidan la cesación entre los adultos jóvenes y otras poblaciones de nivel socioeconómico bajo. Se debe poner en práctica un enfoque más integral y multidisciplinario para reducir las tasas desproporcionadamente elevadas de consumo de tabaco en las poblaciones desfavorecidas. Los resultados de esta investigación dirigen la atención a la inseguridad alimentaria como un aspecto asociado al contexto socioeconómico que quizás contribuya a las disparidades en la salud relacionadas con el tabaco. El consumo de cigarrillos y la inseguridad alimentaria están independientemente asociados a enfermedades crónicas que tienen repercusiones graves en la salud, y comprender el impacto sobre la salud de ambas variables de manera conjunta debería ser un área importante de investigación para reducir las desigualdades de salud. Estos resultados son relevantes para la investigación de políticas de salud pública que busquen reducir la prevalencia del consumo de cigarrillos y la inseguridad alimentaria en grupos desfavorecidos. De esta manera se justifica la realización de más exploraciones de soluciones no tradicionales, tales como lugares de asistencia alimentaria, en la investigación de intervenciones para la cesación del tabaquismo dirigidas adultos jóvenes socioeconómicamente desfavorecidos.
Agradecimientos
Este estudio fue patrocinado por el Instituto Nacional de Abuso de Drogas (números de subvención DA09253, DA007250). La agencia que financió el estudio no participó en su diseño ni en su realización, así como tampoco en el análisis y la interpretación de los datos ni en la preparación y entrega de este artículo.
Información sobre la autora
Autor responsable de la correspondencia: Jin E. Kim, PhD, University of California, San Francisco, 401 Parnassus Avenue, TRC Box 0984, San Francisco, CA 94143. Teléfono: 415-502-3135. Correo electrónico: jin.kim@ucsf.edu.
Afiliaciones de la autora: Janice Y. Tsoh, University of California, San Francisco, Department of Psychiatry, San Francisco, California.
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Tablas
Tabla 1. Características ponderadas de la muestra, adultos jóvenes socioeconómicamente desfavorecidos de 18 a 30 años de edad, por estatus de fumador, Encuesta de California de Entrevistas de Salud, 2011-2012
Característica | Muestra total | Fumador actual | No fumadora | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
N (sin ponderar) | % (IC de 95 %) | n (sin ponderar) | % (IC de 95 %) | n (sin ponderar) | % (IC de 95 %) | Pb | |
Total de la muestra | 1511 | 100.0 | 299 | 20.5 (17.4-23.7) | 1212 | 79.5 (76.3-82.6) | — |
Edad, a | |||||||
18-25 | 1070 | 70.2 (67.0-73.4) | 192 | 64.3 (56.5–72.1) | 878 | 71.7 (68.0–75.4) | 0.09 |
26-30 | 441 | 29.8 (26.7-33.0) | 107 | 35.7 (27.9–43.5) | 334 | 28.3 (24.7–32.0) | |
Sexo | |||||||
masculino | 709 | 52.3 (48.8–55.8) | 174 | 65.9 (48.8–73.1) | 535 | 48.8 (44.7–52.9) | < 0.001 |
Sexo femenino | 802 | 47.7 (44.2–51.2) | 125 | 34.1 (29.9–41.2) | 677 | 51.2 (47.1–55.3) | |
Raza/grupo étnico | |||||||
Afroamericano | 77 | 5.2 (3.8–6.6) | 16 | 5.1 (1.6–8.5) | 61 | 5.3 (3.7–6.8) | < 0.001 |
Asiático americano | 117 | 8.7 (6.4–11.0) | 10 | 5.0 (0.0–10.9) | 107 | 9.7 (7.2–12.2) | |
Hispano/latino | 938 | 66.4 (63.2–69.5) | 138 | 51.9 (43.9–60.0) | 800 | 70.1 (66.6–73.6) | |
Blanco no hispano | 330 | 17.5 (14.6–20.4) | 114 | 33.4 (25.1–41.6) | 216 | 13.4 (10.7–16.0) | |
Otro | 49 | 2.2 (1.0–3.4) | 21 | 4.7 (0.1–9.2) | 28 | 1.6 (0.7–2.5) | |
Lugar de nacimiento y competencia en el idioma inglés | |||||||
Nacidos en los EE. UU. | 1007 | 67.1 (63.9-70.4) | 236 | 76.3 (68.7–84.0) | 771 | 64.7 (61.0–68.5) | 0.03 |
Nacido en el extranjero, con competencia en el idioma inglés | 219 | 12.3 (10.2-14.5) | 28 | 9.25 (4.6–13.9) | 191 | 13.1 (10.7–15.5) | |
Nacido en el extranjero, con competencia limitada en el idioma inglés | 285 | 20.6 (17.9-23.3) | 35 | 14.4 (8.5–20.4) | 250 | 22.2 (19.1–25.2) | |
Nivel de estudios más alto | |||||||
Grado 8 o menos | 133 | 10.8 (8.7-12.8) | 14 | 5.2 (1.4–9.0) | 119 | 12.2 (9.7–14.7) | 0.002 |
Grado 9-11 | 267 | 21.6 (18.2-25.0) | 69 | 32.3 (23.1–41.6) | 198 | 18.8 (15.2–22.4) | |
Grado 12 o equivalente | 1111 | 67.6 (64.4-70.8) | 216 | 62.5 (53.4–71.6) | 895 | 68.9 (65.3–72.6) | |
Pobreza, % pauta federal del nivel de pobreza | |||||||
0–99 | 879 | 55.8 (52.4-59.2) | 183 | 56.5 (48.2–64.8) | 696 | 55.6 (51.6–59.6) | 0.85 |
100-199 | 632 | 44.2 (40.8-47.7) | 116 | 43.5 (35.2–51.8) | 516 | 44.4 (40.4–48.4) | |
Tiene fuente habitual de atención médica | |||||||
Sí | 954 | 60.3 (55.9-64.8) | 165 | 51.5 (42.4–60.7) | 789 | 62.6 (47.9–67.3) | 0.02 |
No | 557 | 37.7 (34.2-41.3) | 134 | 48.5 (39.3–57.6) | 423 | 37.4 (32.7–42.1) | |
Consumo de alcohol, c año anterior | |||||||
No consume alcohol | 630 | 39.9 (36.4-43.4) | 50 | 18.6 (10.5–26.7) | 580 | 45.4 (41.2–49.6) | < 0.001 |
Sí, sin consumo de alcohol en atracón | 352 | 24.4 (21.2-27.5) | 68 | 28.3 (21.4–35.2) | 284 | 23.3 (19.9–26.8) | |
Sí, con consumo de alcohol en atracón | 529 | 35.7 (32.3-39.2) | 181 | 53.1 (45.1–61.1) | 348 | 31.2 (27.3–35.2) | |
Sufrimiento psicológico, año anterior | |||||||
Ninguno/leve | 905 | 58.0 (54.2-61.7) | 132 | 48.6 (39.4–57.8) | 773 | 60.4 (56.2–64.5) | 0.01 |
Moderado | 536 | 37.9 (34.1-41.6) | 135 | 44.2 (35.3–53.1) | 401 | 36.2 (32.2–40.3) | |
Grave | 70 | 4.2 (2.9-5.4) | 32 | 7.2 (3.8–10.6) | 38 | 3.4 (2.1–4.6) | |
Estatus de inseguridad alimentaria, d año anterior | |||||||
Seguridad alimentaria | 946 | 60.3 (56.4-64.1) | 151 | 48.1 (39.4–56.8) | 796 | 63.4 (58.9–67.9) | 0.002 |
Inseguridad alimentaria | 564 | 39.7 (35.9-43.6) | 148 | 51.9 (43.2–60.6) | 416 | 36.6 (32.1–41.1) |
Tabla 2. Análisis de regresión logística del estatus de fumador y la frecuencia del consumo, en referencia a los no fumadores (N = 1511), Encuesta de California de Entrevistas de Salud 2011–2012
Característica | Modelo 1: Estatus de fumadora — Fumador actual | Modelo 2: Frecuencia de consumo de cigarrillosb | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Fumador diario | Fumador no diario | |||||
AOR (IC de 95%) | Pc | AOR (IC de 95%) | Pc | AOR (IC de 95%) | pc | |
Edad, a | ||||||
18–25 | 1 [Referencia] | |||||
26–30 | 1.75 (1.16-2.63) | 0.007 | 2.61 (1.61-4.21) | <0.001 | 0.97 (0.47-2.01) | 0.94 |
Sexo | ||||||
Sexo masculino | 1 [Referencia] | |||||
Sexo femenino | 0.52 (0.34-0.81) | 0.003 | 0.40 (0.23-0.67) | <0.001 | 0.81 (0.49-1.35) | 0.42 |
Raza/grupo étnico | ||||||
Blanco no hispano | 1 [Referencia] | |||||
Hispano/latino | 0.35 (0.24-0.53) | < 0.001 | 0.23 (0.14-0.38) | < 0.001 | 0.79 (0.40-1.52) | 0.50 |
Otros | 0.44 (0.20-0.96) | 0.038 | 0.56 (0.24-1.34) | 0.196 | 0.23 (0.09-0.58) | 0.002 |
Lugar de nacimiento y competencia del idioma inglés | ||||||
Nacidos en los EE. UU. | 1 [Referencia] | |||||
Nacido en el extranjero, con competencia en el idioma inglés | 0.90 (0.42-1.94) | 0.792 | 0.57 (0.23-1.41) | 0.224 | 1.61 (0.60-4.31) | 0.34 |
Nacido en el extranjero, con competencia limitada en el idioma inglés | 0.66 (0.32-1.36) | 0.260 | 0.25 (0.09-0.74) | 0.012 | 1.89 (0.71-4.86) | 0.21 |
Nivel de estudios más alto | ||||||
Grado 12 o equivalente | 1 [Referencia] | |||||
Grado 8 o menos | 0.68 (0.27-1.70) | 0.404 | 1.37 (0.38-4.92) | 0.634 | 0.33 (0.08-1.31) | 0.12 |
Grado 9-11 | 1.83 (0.99-3.40) | 0.056 | 2.82 (1.34-5.91) | 0.006 | 0.85 (0.38-1.91) | 0.70 |
Pobreza, % pauta federal del nivel de pobreza | ||||||
100–199 | 1 [Referencia] | |||||
0–99 | 1.20 (0.79-1.81) | 0.395 | 0.94 (0.57-1.55) | 0.808 | 1.62 (0.88-2.98) | 0.12 |
Con fuente habitual de atención médica | ||||||
Sí | 1 [Referencia] | |||||
No | 1.32 (0.85-2.04) | 0.212 | 1.37 (0.79-2.39) | 0.265 | 1.19 (0.70-2.02) | 0.53 |
Consumo de alcohol, d año anterior | ||||||
No consumo | 1 [Referencia] | |||||
Sí, sin consumo excesivo de alcohol | 2.55 (1.36-4.78) | 0.004 | 2.39 (1.09-5.26) | 0.030 | 3.15 (1.18-8.38) | 0.02 |
Sí, con consumo excesivo de alcohol | 2.95 (1.61-5.39) | <0.001 | 2.80 (1.32-5.94) | 0.008 | 3.41 (1.40-8.30) | 0.007 |
Sufrimiento psicológico, año anterior | ||||||
Ninguno/leve | 1 [Referencia] | |||||
Moderado | 1.40 (0.90-2.16) | 0.133 | 1.22 (0.67-2.21) | 0.517 | 1.63 (0.96-2.76) | 0.07 |
Grave | 1.37 (0.58-3.24) | 0.478 | 0.85 (0.25-2.99) | 0.795 | 2.64 (1.08-6.43) | 0.03 |
Situación de inseguridad alimentaria, e año anterior | ||||||
Seguridad alimentaria | 1 [Referencia] | |||||
Inseguridad alimentaria | 1.54 (1.04-2.30) | 0.032 | 1.91 (1.67-3.12) | 0.010 | 1.02 (0.59-1.74) | 0.95 |
The opinions expressed by authors contributing to this journal do not necessarily reflect the opinions of the U.S. Department of Health and Human Services, the Public Health Service, the Centers for Disease Control and Prevention, or the authors’ affiliated institutions.